Una Mezquita (masyid) consta de tres partes principales: Sala de Oración cubierta (haram), Patio (sahn) y Alminar. En la Mezquita Aljama (mezquita principal) de Córdoba, desde el siglo VIII hasta finales del siglo X se produjeron importantes ampliaciones del edificio que afectaron a las dimensiones de la sala de oración y patio. Respecto al alminar, fueron dos los realizados en este período. Del primero (siglo VIII) no quedan vestigios, solo se conoce la situación exacta en donde estuvo; el segundo (siglo X) quedó literalmente embutido en la torre cristiana (siglo XVII) que vemos en la actualidad.
Fue Abd al-Rahman I, a partir del año 786, quien levantó la sala de oración de la primitiva Mezquita Aljama, sobre la Basílica paleocristiana de San Vicente (siglo VI). La sala estaba compuesta por once naves perpendiculares al muro de la quibla (diferencia con la Mezquita de Damasco de naves paralelas a dicho muro y semejanza con la mezquita al-Aqsa de Jerusalén). A la muerte del emir las obras del patio no estaban concluidas ni se había levantado el alminar. Las funciones de este último, las llamadas a la oración, se realizaban desde una de las torres del Alcázar Andalusí, situado frente a la mezquita, al otro lado de la calle (en los actuales Palacio Episcopal y Palacio de Congresos). Fue el hijo de Abd ar-Rahman I, Hisham I (788-796), quien concluye las obras y levanta el primer alminar de la mezquita.
Planta de la Mezquita de Abd ar-Rahman I (sigloVIII) sobre planta última (siglo X):
El lugar exacto del alminar de Hisham I lo conocemos gracias a las excavaciones que el arquitecto conservador Félix Hernández realizó en los años treinta del siglo XX. Según sus datos, pudo tener 6 metros de lado y 24 metros de altura. El arquitecto dejó constancia del lugar en una inscripción que puede verse en el Patio de los Naranjos. También podemos conocer la que fue su planta, señalada con losas de granito:
En el siglo IX Abd ar-Rahman II realizó la primera ampliación de la sala de oración de la mezquita, pero no modificó la superficie del patio, conservando el primer alminar que estuvo en uso hasta el siglo X.
Será el Califa Abd ar-Rahman III, a mediados del siglo X, quien procederá a la ampliación del patio derribando el muro y alminar primitivos para construír otros dirección norte. El califa no intervino en la sala de oración.
El magnífico alminar de Abd ar-Rahman III, con una altura de cuarenta y siete metros constaba de dos cuerpos provistos de arcos de herradura en todos sus lados, el primero almenado, el segundo más pequeño, albergaba la estancia de los almuédanos y estaba rematado por una bóveda sobre la que se alzaba el yamur con tres bolas, una plateada y dos doradas, ensartadas en una vara, y coronado por una flor de lis y una granada de oro. Fue modelo para el resto de alminares de al-Andalus, almohades, y para los campanarios de las iglesias. Una característica que solo se da en este alminar es la doble escalera; dos escaleras independientes separadas por un tabique que ocupaba toda su altura. A una se accedía desde la calle, a la otra desde el patio. Los cronistas árabes de la época consideraban esta característica como un símbolo del poder y superioridad del califato omeya de Córdoba respecto al califato abbasí de Bagdad. La opinión del arquitecto Félix Hernández es diferente: habría sido la solución improvisada, ante la rapidez con que se levantó la torre, por parte de un arquitecto sin demasiada pericia. Aunque quedan constancias gráficas de cómo fue el alminar, en la actualidad no podemos contemplarlo pues en el siglo XVII quedó cubierto por la actual torre cristiana. Cabe mencionar por su valor histórico, que en la Puerta de Santa Catalina, situada en el lienzo oriental de la mezquita, correspondiente a la ampliación de Almanzor y que da acceso al Patio de los Naranjos, podemos ver la imagen del alminar tallada en los escudos de las enjutas del arco.
Posteriormente hubo dos ampliaciones más en la Mezquita Aljama: la que realizó el califa al-Hakam II entre los años 961-966 (se trata de la parte más rica y monumental del edificio) y la que Almanzor llevó a cabo unos treinta años después, en la última década del siglo X (casi duplicando hacia el este el tamaño del conjunto); el alminar de Abd ar-Rahman III se mantuvo.
Seis siglos después, a finales del XVI, se inicia el proyecto desarrollado por el arquitecto Hernán Ruiz III para convertir el alminar en una torre cristiana con cuerpo de campanas. Tras diversas vicisitudes, paradas y reinicios, la obra fue desarrollándose en el XVII, el alminar se cubrió y la torre fue tomando su aspecto actual.
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